Entendiendo las remesas a través del consumidor dominicano
Las remesas se han convertido en un fenómeno económico que favorece de forma directa el poder adquisitivo de millones de personas alrededor del mundo. En el caso de los países de Caribe y Centroamérica, cuyas economías están altamente marcadas por la informalidad, las remesas logran aún un mayor protagonismo, pues permiten a los que las reciben contar con un ingreso normalmente fijo, para enfrentar los gastos y compromisos sin mayores contratiempos.
En el caso específico de la República Dominicana, el envío de remesas siempre ha sido pilar de nuestra economía. Fruto de la pandemia y de la gran cantidad de ayudas que sobre todo países como Estados Unidos entregó a sus ciudadanos por un considerable período de tiempo, estos dineros han registrado crecimientos importantes en los últimos meses, convirtiéndose para miles de familias en un alivio inesperado ante la fuerte inflación registrada al cierre del año pasado.
A pesar de que para una proporción importante de la población, es de cierta forma poco esperanzador que las remesas sigan en constante crecimiento, pues es un claro indicador de la gran cantidad de fuerza productiva que abandona el país en busca de otras oportunidades. En los últimos años, nos hemos convertido en receptores de poblaciones de otras nacionalidades que buscan en nuestro país exactamente lo mismo. Dicho esto, las migraciones son un fenómeno global, natural que difícilmente se detenga; lo que amerita que conozcamos y comprendamos cuáles son las oportunidades que esta inyección económica brinda al país para poderlas capitalizar.
En Ipsos levantamos información general para conocer mucho mejor a la diáspora dominicana en distintos países y claramente el fenómeno de las remesas llama poderosamente la atención. Esta información, la contrastamos con preguntas a residentes locales y distintas fuentes, que nos permiten comparar entre remitentes y receptores, datos que aclaran dudas y que nos ayudan a comprender mejor la dinámica de esta actividad económica que tanto nos favorece.
Los ciudadanos dominico-norteamericanos son por mucho los grandes aportadores de remesas a nuestro país y no es de extrañar pues tenemos más de dos millones de dominicanos residiendo en los Estados Unidos, representando el quinto grupo latino más grande de este país, equivalente al 2.1 % del total de su población. De toda esta diáspora, más del 82 % reside en 5 estados; New York, New Jersey, Florida, Massachusetts y Pennsylvania, lo que convierte a estas ciudades en focos interesantes para cualquier desarrollo alrededor de sus necesidades futuras.
El 43 % de los receptores de remesas las reciben de manera mensual, mientras que el 32 % lo recibe cada 15 días, estos porcentajes nos confirman la frecuencia constante de la recepción, pero también y más importante, la disponibilidad de ese capital para los dominicanos locales y la resolución de sus temas de consumo.
En la mayoría de los casos, las personas reciben remesas por parte de familiares directos: pareja, padres, hermanos; siendo en muchos casos un dinero ya pre asignado a gastos específicos: para pagar gastos del hogar (46 %), gastos de alimentos (33 %), pagar el alquiler o préstamo de la casa (22 %), gastos personales o ayudas varias (17 %) y el pago de medicamentos (15 %), según declaran los entrevistados en nuestra encuesta a la diáspora.
Este comportamiento no solo revela la conexión constante y estrecha que existe entre la diáspora y su familia local, sino que valida la importancia que tiene este segmento de la población para dinamizar la economía, pues en la mayoría de los casos esta entrada es la única o la más importante que reciben estas personas. Es importante destacar también que los resultados de las labores de la diáspora, son enviados a dinamizar la economía local, lo que vale la pena no solo respetar sino también, celebrar. No es menor el aporte que realiza este grupo de personas que lucha por mantener los lazos con sus familiares locales, mientras se convierte en un sustento ya indispensable para la economía nacional.
Según los datos que recopilamos, aún sigue siendo mayoritariamente utilizado el canal tradicional para el envío de remesas (oficinas) por el 71 % de la muestra entrevistada, a pesar de los grandes avances tecnológicos y digitales que ha vivido la industria financiera en los últimos 10 años. Apenas el 21 % declara manejar sus remesas de forma digital, lo que representa otra gran oportunidad para agilizar este proceso que para la mayoría de los remitentes, tiende a ser algo engorroso.
Podemos inferir que existe cierta resistencia a los cambios, bajo el entendido de que mucha de la composición demográfica de la diáspora está entre los baby boomers y no han adoptado aún todo este vertiginoso cambio hacia la digitalización en su día a día.
Este amplio y aún poco explotado sector económico, combina diversos factores económicos y sociales que lo convierten en un target de mucho interés para la República Dominicana. Las remesas no solo salvaron o le dieron un alivio a una frágil economía local en tiempos de pandemia, sino que lograron subsidiar de manera directa a los más desfavorecidos, siendo esta la mayoría que recibe estos envíos, manteniendo e incentivando el consumo, lo que también ayudó en gran medida a controlar una posible mayor inflación y pérdida de valor del peso.
Las remesas nos enseñaron mucho y ya fuera del contexto pandémico, debemos prestar mucha atención a este segmento, que desde varias ópticas puede ser mejor desarrollado para lograr llevarlo al siguiente nivel. Muchas oportunidades pueden extraerse no sólo de los remitentes, sino también de los receptores de esas divisas.