Sociedad industrial y de servicios en ruta a una sociedad tecnológica
La Revolución Industrial que comenzó en Gran Bretaña (1760 a 1820) es uno de los episodios más importantes en la historia de la humanidad. La introducción de innovaciones tecnológicas transformó el proceso de fabricación del manual al industrial. La invención de la máquina hiladora Jenny (spinning Jenny) en 1764 fue el factor clave para la industrialización en ese periodo ya que ayudó a reducir la cantidad de trabajadores necesarios para la producción de tela.
Esta nueva tecnología redujo la cantidad de mano de obra necesaria en los telares y fue señalada como responsable del primer desplazamiento de trabajadores conocido en la historia. A partir de este momento, cada descubrimiento tecnológico ha sido analizado por su posible implicación en el mercado laboral, aunque con los años, el temor ha ido desapareciendo ya que la mayoría de las innovaciones tecnológicas han creado más puestos de trabajo de los que han eliminado, generando una ganancia laboral neta.
Sin embargo, en el siglo XXI las transformaciones tecnológicas están yendo más rápido de lo que el mercado laboral puede asimilar. La evolución a la era industrial fue mucho más manejable porque los tiempos ayudaron a poder capacitar en los nuevos roles laborales a aquellos trabajadores que se estaban quedando desplazados. Así mismo, la evolución de la economía industrial a la era del sector de servicios fue ayudada por el desarrollo del sistema educativo diseñado a la medida de las necesidades de la industria. Sin embargo, la evolución actual de la sociedad industrial y de servicios a una sociedad tecnológica está ocurriendo a una velocidad que está haciendo difícil la capacitación de los trabajadores para evitar el desempleo. El salto al mercado laboral tecnológico no es fácil por que la capacitación a codificador, minero de datos, gurú del diseño de sitios web o desarrollador de software toma tiempo y requiere de una actualización del capital humano de manera lineal.
Durante la pandemia donde muchos mantuvieron el empleo a distancia y otros lo perdieron de manera temporal, dos tendencias han aparecido en el mundo laboral. Por un lado, se ha visto una mayor demanda del aprendizaje de nuevas habilidades profesionales que aumenten el valor del capital humano en el mercado laboral. Por otro lado, ha aumentado considerablemente el espíritu innovador que caracteriza a las sociedades libres de economías avanzadas.
La innovación es el elemento esencial del progreso económico. Beneficia a los consumidores, las empresas y la economía en su conjunto ya que ayuda el desarrollo de ideas y tecnologías que aumentan la productividad; es, en definitiva, un círculo virtuoso.
La innovación ha permitido el progreso de las sociedades libres, y requiere de iniciativa, trabajo duro, ambición y capital humano. Sin embargo, las sociedades colectivistas que persiguen la igualdad de rebaño no innovan. Sin mercados libres la innovación se encuentra con trabas y los países terminan fracasando económicamente. La falta de innovación ha quebrado a lo largo de la historia todos los grandes imperios como se pudo ver cuando la caída del Muro de Berlín dejó en evidencia la gran diferencia entre los bloques a ambos lados.
La cultura milenaria del oriente ha aprendido rápido de las bondades de la innovación. Sin embargo, por la necesidad de sacar de la pobreza a millones de ciudadanos, tomaron el atajo de la ̈copia ̈ de la propiedad intelectual que han usado como arma de guerra ayudada por un ejército de reserva desempleado, consiguiendo el tan necesario crecimiento económico.
Con el paso de los años se está viendo una incipiente evolución hacia una fibra industrial innovadora pero que solo triunfará bajo el empuje de una sociedad libre no tutelada por un sistema político de pensamiento único.